Cuándo la atracción sexual y el instinto de supervivencia forman un cóctel peligroso


En épocas ancestrales los humanos desarrollamos un instinto de supervivencia para actuar ante situaciones de peligro inminente. En la actualidad ese instinto permanece intacto, pero a veces, la vida moderna nos lleva a activarlo con resultados no siempre positivos.




Hace un tiempo vimos un comercial de una conocida marca de desodorantes en el cual el anuncio simbolizaba un perfume tan potente del producto, que las personas que estaban expuestas a su olor, convertían la ciudad en un caos. Coches, autobuses y motocicletas se chocan entre si ya que los conductores sucumben compulsivamente a las bondades del aroma. A medida que avanza el comercial, el paisaje se vuelve cada vez más apocalíptico, con sirenas sonando y decenas vehículos volcados prendiéndose fuego, mientras tanto las personas se centran en una exploración visual evidente y se huelen unos a otros con una notoria intención sexual.

Si bien el comercial tiene un indudable tono irónico, pone en relieve un fenómeno por demás real en el atractivo entre las personas: el olor.
El olor es una de los tantas señales inconscientes que el ser humano experimenta y esas mismas señales se hacen mucho más evidentes cuando nuestro estado emocional esta en "modo de supervivencia".


Seguramente no haya sido casual por parte los creadores de la pieza publicitaria, el paralelismo entre lo que ocurre cuando el paisaje se vuelve cada vez más caótico y los lazos impulsivos de las personas.

Tal vez la situación en la cual los seres humanos más tienen "activo" su instinto de supervivencia, es en una confrontación bélica. Varios corresponsales de guerra han descrito en sus artículos como la "lujuria frenética" suele ser parte del paisaje en tiempos de guerra.
Algunos experimentos psicológicos han mostrado resultados similares a estas afirmaciones.


Con miedo el otro sexo es más atractivo

Una de estas investigaciones se llevó a cabo en Vancouver, Canadá, más concretamente en el puente colgante de Capilano, que se encuentra a 230 metros por encima de un río.
Una investigación de la Universidad de Vancouver Island, hizo cruzar a un grupo de hombres por este puente y a otro grupo por otro puente menos temible, para inmediatamente después ver imágenes de rostros femeninos en un ordenador.
El estudio mostró que el grupo de hombres que caminó por el puente Capilano, encontró más atractivas a las mujeres que el otro grupo. Otros estudios ya habían demostrado que las mujeres en un estado de ansiedad o miedo encuentran a los hombres más atractivos.


Tanto hombres como mujeres cuando experimentamos estados de ansiedad o miedo, tendemos a experimentar sentimientos de atracción sexual hacia otras personas.

¿Qué ocurre en el cerebro?

Para entender mejor esta relación atracción sexual - instinto de supervivencia, deberíamos saber que ocurre en el cerebro.
En los cerebros de las personas que padecen un episodio de ansiedad o miedo, se liberan una gran cantidad de hormonas, en esa catarata de hormonas se liberan también algunos neuroquímicos que están involucrados en el deseo sexual.
De esta forma, cualquier estado de miedo o ansiedad puede, ya sea llegar a generar un deseo sexual o potenciar un deseo que ya existía.

Según los científicos esto tiene su origen en tiempos ancestrales cuando nuestra supervivencia estaba amenazada por el entorno hostil y el hecho de conectar con otras personas y formar conexiones con ellas, podría mejorar nuestras probabilidades de sobrevivir.
No hace falta recordar que nuestros genes y cerebros no han variado mucho de aquellos tiempos a esta parte, que estamos biológicamente diseñados para los tiempos en que nuestros antepasados eran cazadores-recolectores. Esto provoca que en nuestro estilo de vida actual, muy diferente a aquellos tiempos, los seres humanos seamos víctimas de algunos desajustes evolutivos. Y uno de esos desajustes es que nuestros cerebros pueden ser fácilmente engañados y creer que nuestra supervivencia está en riesgo cuando la realidad no marca eso.
Este desajuste en particular, parece ser la clave para entender las relaciones amorosas destructivas.


Relaciones destructivas

Las personas que conviven en relaciones destructivas y a causa de estados emocionales angustiantes, su cerebro activa ese "modo de supervivencia" del que hablamos. Una característica común cuando se activa el modo de supervivencia, como ya dijimos, es la liberación de una gran cantidad de hormonas en el cerebro, entre ellas la endorfina, la hormona del placer.
Esta es la razón por la cual muchas personas en la actualidad han desarrollado una adicción bioquímica a las emociones negativas.

Para finalizar dejamos una reflexión del profesor Stephen West, uno de los realizadores del estudio canadiense: "...Si, por ejemplo, una mujer joven que tuvo un padre que la maltrató desde una edad muy temprana conoce a un hombre que le resulte atractivo y que le de el mismo trato que su padre, la carga adictiva puede mezclarse inconscientemente con la atracción física y generar un potente cóctel químico en el cerebro, lo que generará que la mujer se sentirá aún más atraída por ese hombre. Y lo cierto es que, seguramente, su cerebro está siendo engañado por su ‘modo de supervivencia’ activado en la infancia.
Por ello es bueno saber que las personas que entran reiteradamente en relaciones con personas que le desencadenan emociones negativas, bien puede ser el resultado de viejos traumas. Y la adicción a estos estados emocionales pueden ser desde un simple apego a la persona, hasta muy intensos sentimientos de amor".