¿Qué importancia les damos a los consejos que recibimos?


Muchos de los diálogos y conversaciones que mantenemos diariamente con otras personas, implican dar y recibir consejos. ¿Realmente les damos importancia?
¿Qué tipos de consejos son los que la gente considera más?


consejo importancia

Muchas de las conversaciones que tenemos a diario con amigos o compañeros de trabajo se centran en recomendaciones, si por ejemplo, usted ve una buena película seguramente se la recomendará a su círculo más cercano. Si un amigo acaba de ir a un nuevo restaurante y la comida le ha parecido buena, seguro se lo recomendará. Y así sucesivamente, casi sin darnos cuenta pasamos mucho tiempo dando recomendaciones y consejos.
Ahora... ¿Utilizan las personas el asesoramiento que reciben? ¿Qué tipo de consejos o sugerencias resultan ser los más eficaces?

Un trabajo de investigación llamado "Comportamiento y procesos en las decisiones humanas" realizado por profesores de la Universidad Thomas Jefferson, examina los diferentes tipos de asesoramiento que reciben las personas y cómo éstas probablemente los usan.
El estudio indica que básicamente recibimos cuatro tipos de consejos:

1.) Recomendación de una opción: es un consejo o sugerencia para que la persona elija una opción en particular.

2.) Desaconsejar: es una recomendación para evitar una opción en particular.

3.) Información suplementaria: es cuando se suministra una información que la persona desconoce.

4.) Apoyo a la decisión: Aconseja cómo hacer para tomar una decisión, pero no hace una recomendación en particular. Por ejemplo, recomendar un sitio web de cine a un amigo que quiere ver una película, usted no está sugiriendo una película específica, sino una estrategia para tomar la decisión.


La investigación

Durante la investigación se le solicitó a un grupo de estudiantes del último año de la universidad, que se imaginasen considerando una opción de trabajo después de finalizado el posgrado. Se les dio una variedad de diferentes tipos de asesoramiento (todos relacionados con los cuatro tipos de consejos antes mencionados).
Cada participante debía tomar una decisión y explicar que consejo le había sido más útil para decidirse.

En general, los estudiantes consideraron que todos los tipos de asesoramiento les fueron beneficiosos en algún grado. Sin embargo, encontraron a las sugerencias derivadas de las opciones 3 (Información suplementaria) en primer lugar y 4 (Apoyo a la decisión) en segundo lugar, como las más útiles.


O sea, los estudiantes encontraron que la información les fue más útil cuando obtuvieron datos que les eran desconocidos o cuando se les hicieron sugerencias sin apoyar una decisión en particular.

Hay algunas razones importantes a considerar por la cual la 3 fue más valiosa que las otras opciones de asesoramiento. Por un lado, cuando alguien hace una recomendación a favor o en contra de una opción concreta, quien recibe el consejo puede sentir que ha perdido un poco su independencia en la toma de la decisión. En cambio, cuando el consejo viene en forma de información, quién va a tomar la decisión siente que todavía tiene una cierta autonomía.

Además, la obtención de nueva información hace que la gente se sienta más confiada en la decisión que deberán tomar. Existe evidencia que las personas se sienten mejor cuando son capaces de dar una razón para tomar una decisión y el hecho de poseer información nueva, proporciona una buena justificación para una elección.

Por último, la información nueva también puede ayudar a las personas en la toma de decisiones futuras, en cambio, una información a favor o en contra para una coyuntura específica, sólo le será útil para esa circunstancia en particular.



Cuando el miedo no es un problema


En teoría, el miedo debería impedirnos hacer cosas peligrosas, pero ¿Qué pasa con aquellas personas que arriesgan su vida incluso por diversión?
¿Qué ocurre en el cerebro en estos casos?


miedo problema

Hace algunos días pudimos ver como dos jóvenes rusos, Vitaly Raskalov y Vadim Makhorov de 20 y 24 años respectivamente, escalaban sin ningún equipo de seguridad, un edificio en Shanghai de más de 600 metros de altura que está en construcción. Sin embargo, ellos no son los únicos que practican el "Skywalking", ya que en Rusia es un fenómeno que se encuentra en su máximo esplendor.
Al ver las imágenes muchos de nosotros nos preguntamos, ¿por qué estas personas asumen estos desafíos tan temibles?


¿Cómo funciona el miedo?

La información y las señales que nuestros sentidos reciben del entorno, son dirigidas a la amígdala. La amígdala, que es una pequeña formación de neuronas en la profundidad del lóbulo frontal del cerebro, evalúa rápidamente el peligro potencial. Posteriormente envía señales a otras partes del cerebro, entre ellas a la sustancia gris que es la encargada de liberar neurotransmisores y hormonas que predisponen a nuestros sentidos para hacer frente al peligro.
Ahora bien, este sistema está diseñado para que las alarmas salten ante la más mínima duda de amenaza. Por tanto, debe existir un sistema que controle estas emociones, ahí entra en acción la corteza prefrontal.

La corteza prefrontal se encuentra detrás de la frente y es la encargada de controlar los impulsos que le envía la amígdala, o sea, pone en contexto la información que le llega y decide si realmente es una circunstancia de peligro o es una falsa alarma.


Curiosamente, la corteza prefrontal no se asegura tanto de que hagamos lo correcto, sino que se asegura de que no hagamos las cosas mal (tome nota de la diferencia).

¿Por qué todo este sistema falla?

Entonces, ¿Por qué hay gente que se siente atraída no sólo a escalar edificios, sino a esquiar por peligrosas pendientes, a correr en motocicletas y autos a velocidades extremas?... y tantas otras actividades de riesgo que aparentan ser de una gran temeridad y peligro a la vez.

Según los investigadores hay, fundamentalmente, 2 motivos que causan este tipo de conductas, la adicción a la adrenalina o el mal funcionamiento de la amígdala.


Adicción a la adrenalina:

Hay gente que realmente tiene la necesidad de tener algunas dosis extra de adrenalina, como si de una droga se tratara. La adrenalina junto con la serotonina, la dopamina y las endorfinas son llamadas los "químicos de la felicidad" ya que son sustancias que estimulan sentimientos positivos e incluso de euforia.
Esto es porque la adrenalina genera un estado de felicidad y bienestar en el cerebro, seguido de una profunda sensación de relajación debido a la liberación de endorfinas.
Estos químicos hacen sentir tan bien a algunas personas, que cuanto más sustancias liberan, más quieren, así que estos individuos viven en busca de retos emocionantes que desencadenen una descarga de estos productos en su cerebro.

Mal funcionamiento de la amígdala:

Las personas generalmente tratamos de evitar situaciones que representen algún riesgo, tanto para nosotros como para nuestros seres queridos. A esta cualidad se le llama "aversión al riesgo", pero no todos lo tenemos desarrollado de igual forma.
Hay profusas pruebas científicas que ratifican la relación que existe entre la falta de "aversión al riesgo" y un mal funcionamiento de la amígdala.
Algunas investigaciones mostraron claramente la inhibición de personas con la amígdala dañada, con respecto a contextos que podían resultar en situaciones de peligro.
Por tanto estas personas, desgraciadamente, no son conscientes del riesgo que están corriendo en determinadas circunstancias.



¿Por qué disfrutamos tanto de las superficialidades?


Por qué nuestro cerebro otorga tanta trascendencia a cosas que son superficiales y no se centra esencialmente en lo que es realmente importante.


superficialidad disfrutar

A algunos clientes que caminaban por entre las góndolas de un supermercado se les pregunta si quieren probar una nueva marca de café. Quienes acceden, se les invita a pasar a un stand a realizar la cata del nuevo producto, ya adentro se les acerca una bandeja con numerosas tazas y vasos de café. La particularidad es que las tazas son de porcelana y los vasos son de plástico.
¿Qué piensa usted que mayoritariamente han escogido los fugaces catadores para probar el nuevo café, las tazas de porcelana o los vasos de plástico?
La realidad marcó que alrededor del 80% de las personas eligió las tazas de porcelana.

¿Si el café es el mismo, por qué la gente disfruta más tomar un café en una taza de porcelana que en un vaso de plástico?

Otra cosa importante es que no existe el tal nuevo café, sino que esta cata fue, en realidad, parte de un experimento sobre el efecto “halo” que veremos más adelante.


Con todos los sentidos

¿Si usted se encuentra en la misma situación que los clientes del supermercado, o sea, es convidado con café en una taza de porcelana o un vaso de plástico, con cuál se queda?

Cuando bebemos café, o cuando bebemos o comemos cualquier otra cosa, no sólo trabajan nuestras papilas gustativas, sino que también todos los otros sentidos. El sentido del gusto está entrelazado con el sentido del olfato, el tacto, la vista y todos ellos mezclados afectan significativamente nuestro placer.

La razón es porque todos los sentidos sensoriales se combinan y hacen una evaluación general en una parte de nuestro cerebro llamada corteza orbitofrontal. Eso quiere decir que no podemos distinguir en que grado, los diferentes estímulos sensoriales contribuyen al disfrute general de los alimentos.


Varios experimentos científicos han comprobado que las personas disfrutan más de las cosas caras. Por ejemplo, un mismo vino puesto en botellas diferentes y a precios disímiles, uno barato y otro caro, las personas sienten neurológicamente más placer cuando prueban la botella cara.

El efecto halo

Desde la perspectiva de una persona que desea maximizar su placer al beber café ¿es importante el recipiente en que lo toma? La respuesta es: Si.
Como ya dijimos, disfrutamos más de algo cuando está presentado en una forma más agradable, porque el cerebro combina todos los sentidos sensoriales y hace una evaluación general.

Pero existe otra corriente de investigación “el efecto halo”, que explica además, porqué nos importan tanto las superficialidades.
Investigaciones sobre el efecto halo revelan que, cuando algo es agradable a nuestros sentidos, le asignamos un montón de otras cualidades positivas.
De ese modo por ejemplo, una persona con buen aspecto y bien vestida se piensa que es más inteligente y competente. No es casualidad que generalmente, las personas atractivas físicamente ganan más dinero que las personas que no lo son.


Los seres humanos también aplicamos el "efecto halo", dentro de ciertos límites, a los objetos y estímulos inanimados.

Entones, si nuestro disfrute se ve afectado no sólo por las características “centrales” del estímulo, sino también pos sus características superficiales, nos deberíamos plantear la siguiente pregunta: ¿está mal buscar las características superficiales? O en el ejemplo inicial, ¿por qué no deberían los clientes haber elegido la taza de porcelana para beber el café?
La cuestión no radica en la búsqueda de las superficialidades, sino en darle una mayor prioridad sobre las características realmente importantes, o sea, darle mayor importancia al envase que al producto.


El valor de la actitud

Otra razón importante por la cual buscamos lo superficial es el valor de la actitud. Si te ves bien, es más probable que seas (y te sientas) más respetado por los demás. Es por ello que la gente prefiere tener, por ejemplo, coches más caros, a pesar de que todos los coches cumplen la misma función.

Un estudio realizado por la Universidad de Richmond reveló que en una competencia de ajedrez en dónde los jugadores podían elegir a sus rivales, se tendía a elegir a los rivales peor vestidos. Porque se asumía que éstos eran menos competentes.

La mayoría de nosotros quiere verse bien a los ojos de los demás, impresionar, es una de nuestras metas sociales más importantes, porque sabemos que la gente a partir de pistas superficiales, hace evaluaciones acerca de nuestros valores más profundos.


Valores superficiales vs valores profundos

A pesar de todo lo dicho, los científicos saben que muchas personas son conscientes de su alta susceptibilidad a valorar las cosas superficiales más de lo que deberían.
Es por ello que estos estudios sirven para ubicarnos en donde deben estar nuestras prioridades, por ejemplo, es mucho mejor para nuestra gestión de impresión, el alabar al otro en lugar de intentar superarlo. Ya que en el largo plazo, los valores más profundos de las personas afloran independientemente de sus características superficiales.
Este punto de vista, a su vez, nos ayudará a ser más seguros de nosotros mismos, a dar mayor prioridad a lo que realmente es importante y a evaluar el papel que juegan las cosas superficiales para mejorar nuestra calidad de vida.



¿Cómo compiten las mujeres en la carrera reproductiva?


Mucho se ha escrito sobre la competencia con fines reproductivos entre hombres, sin embargo y con distintos métodos, esta lucha también se da con fuerza en el sexo femenino. Veamos de qué forma.


mujer competencia reproducción

Fue Charles Darwin el primero en decir que la competencia y la agresividad entre hombres tenía un objetivo fundamental: lograr la atención del sexo femenino con la finalidad de aparearse.
Bajo esta influencia (quizás también haya contribuido que hasta no hace mucho tiempo, los científicos eran casi todos hombres), la inmensa mayoría de las investigaciones sobre la competencia con fines reproductivos, estaban centradas en la lucha entre hombres con el objetivo de tener un más fácil acceso al sexo opuesto.

Recién a fines de la década del 70, la ciencia comenzó a investigar seriamente el mismo fenómeno del lado femenino. Bastaron algunos estudios para demostrar de forma convincente, que la visión clásica que hasta ese momento imperaba, de la mujer como poco competitiva, era errónea.
A partir de allí, algunos investigadores se dedicaron a estudiar la competencia propiamente femenina y su posición en la batalla para conseguir a la pareja adecuada.


De acuerdo con la teoría evolutiva de Darwin, la competencia sexual se refiere principalmente a resaltar aquellos rasgos que son atractivos para el sexo opuesto.

Los primeros estudios realizados a principio de los años 80 aseguraban que esta competencia tiene, en ambos sexos, dos características primordiales: la auto promoción y la degradación del competidor.
En los hombres, la auto promoción funciona exaltando su estatus social y sus capacidades físicas (los rasgos masculinos más deseados por las mujeres), en cambio la degradación de sus rivales pasa por menospreciar su fuerza física y económica.
En las mujeres, la auto promoción funciona enalteciendo su juventud y atractivo físico (los rasgos femeninos más deseados por los hombres), mientras que la degradación de sus rivales pasa por criticar la edad, la apariencia y el carácter de sus competidoras.

Poco tiempo después, un equipo de investigadores canadienses agregó dos técnicas adicionales: la manipulación de la pareja y la manipulación de la competencia.

La manipulación de la pareja implica, en cierto sentido, tratar de ganar la carrera lo antes posible, cuando todavía estamos primeros y antes que la competencia nos alcance. Por ejemplo, una chica trabaja en una oficina y es visitada por su novio en el lugar de trabajo asiduamente, un día comienza a trabajar en la oficina un compañero que le resulta muy atractivo, seguramente la chica se sentirá motivada para decirle a su novio que su jefe no ve con buenos ojos que él la visite mientras trabaja.

La manipulación de la competencia es hacer creer cosas negativas a los demás sobre la persona que nos interesa. Una analogía podría ser ir al cine, ver una película que nos parece excelente y al otro día decir a nuestros amigos que no vale la pena pagar una entrada para verla. O sea, desalentar a la competencia para que no coincida con nuestros gustos.


¿Cómo compiten las mujeres?

Refiriéndonos exclusivamente al sexo femenino, la competencia entre ellas tiene 3 características principales:

a) Proteger el cuerpo: Si bien pueden haber agresiones físicas entre mujeres, todos sabemos que son infinitamente menos frecuentes que las agresiones entre hombres. La mujer debe proteger su cuerpo del daño físico con el fin de no poner en riesgo su maternidad (presente o futura). Es por eso que el sexo femenino es más proclive a la confrontación verbal que a la física.

b) La motivación: La motivación para competir no funciona igual en todas las mujeres, por ejemplo, una mujer muy atractiva y de alto status está menos motivada para lidiar con determinadas competidoras (que no tienen su belleza y ni status), sentiría que es una pérdida de tiempo. Además una mujer bella que pretende distinguirse claramente del resto, podría ser blanco de hostilidades. Distintos estudios han corroborado que cuando una mujer muy atractiva y con status social pasa a integrar un cierto grupo (trabajo, universidad, etc.) las demás mujeres se tornan más solidarias entre si.

c) Exclusión social: En algunos casos las mujeres pueden protegerse contra posibles competidoras por medio de la exclusión. Si por ejemplo, una mujer muy atractiva entra en determinado círculo (barrio, estudio, club, etc.) las demás mujeres pueden darle la espalda, obligándola a retirarse de la escena, lo que aumentará las posibilidades con los hombres del entorno.


La perspectiva masculina de la mujer

En los últimos tiempos, algunas psicólogas feministas sostienen que la competencia entre mujeres es impulsada ya no por exigencias biológicas, sino más bien por mecanismos sociales. Según esta teoría, la competencia entre el sexo femenino se debe principalmente al hecho de que la mujer nace y crece en una sociedad dominada por hombres, o sea, asimilan la perspectiva masculina y la adoptan como propia.
Dicho enfoque feminista sostiene que muchas mujeres se ven influenciadas por lo que Karl Marx llamó la “falsa conciencia”.


Marx sostenía que el obrero de una fábrica que crea que su enemigo es otro obrero que desea su puesto de trabajo, tiene “falsa conciencia” porque debería entender que el verdadero enemigo es el dueño de la fábrica que los enfrenta, con el fin de someter a los dos y lucrar con el esfuerzo de ambos.

De acuerdo con este argumento muchas mujeres, sobre todo las feministas, reniegan que su verdadera competencia sean las otras mujeres, sino que apuntan al “establishment” masculino (y sobre todo machista) que controla la sociedad.

De cualquier forma, se esté de acuerdo o no con la tesis feminista, la competencia femenina tiene un precio. Esta disputa produce una tensión que, muchas veces, interfiere con la felicidad de las mujeres, especialmente las jóvenes.
Las investigaciones demuestran que a diferencia de los hombres, las mujeres tienden a ser más sensibles a la información emocional y son mejores para la decodificación de mensajes interpersonales y sociales sutiles. Además, el sentido de la autoestima del sexo femenino se basa más en las opiniones de su entorno.
Esta combinación de conciencia aguda y sensibilidad a las señales sociales, hace a las mujeres más vulnerables a las agresiones interpersonales directas o indirectas.


Para terminar...

La tendencia a competir entre las personas del mismo sexo, tanto hombres como mujeres, parece ser parte de nuestra programación genética y una característica de la herencia cultural humana.
Ni nuestros hábitos sociales y mucho menos nuestros genes, son fáciles de cambiar, pero el primer paso para reconocer un hábito, es al menos, tomar conciencia del mismo. Y de esa forma, al menos ser conscientes que a veces instintivamente manipulamos, avergonzamos o condenamos a otra persona (o personas), con tal de tratar de asegurarnos a la pareja que creemos más conveniente.