Nariz, olfato y sexo


El sentido del olfato es, en términos evolutivos, el sentido más antiguo y el único canal sensorial que tiene entradas directas al cerebro. A diferencia de otros sentidos, como la visión o el oído, que transmiten señales al cerebro a través de la médula espinal y el tálamo, los estímulos olfativos pasan directamente hacia bulbo olfativo del cerebro, donde se procesan para generar las sensaciones de olor.


Nariz, olfato y sexo

Los comportamientos sociales de muchos animales dependen en gran medida del sentido del olfato, desde conductas de apareamiento hasta jerarquías de dominación. Cuando un perro y una perra se olfatean entre si, es que están respondiendo a sus olores químicos que guían sus comportamientos de apareamiento.

En cambio, el comportamiento humano es más complejo y depende más del aprendizaje y de costumbres culturales que de olores corporales. Aún así, nuestros sistemas sensoriales conservan vestigios de la señalización olfativa, que pueden influir sutilmente en algunos aspectos nuestro comportamiento.

Al igual que muchas especies, los seres humanos también secretamos sustancias químicas con el fin de provocar conductas específicas en otras personas, estas sustancias se llaman feromonas.
Pero el hecho de poseer la capacidad biológica para procesar estos estímulos, no quiere decir que nos guiemos especialmente por nuestro olfato, al menos no para inducir directamente el deseo sexual. Sin embargo, la evidencia dice que las señales olfativas sí influyen en formas más sutiles de nuestro comportamiento. Es decir, en ocasiones podemos responder a estos estímulos, incluso no siendo conscientes de ellos.


El olfato y sus respuestas

Los resultados de un estudio realizado en 2011 por el neurólogo Shani Gelstein, sugieren que las lágrimas de las mujeres despiden ciertas sustancias químicas que provocan en los hombres una reducción de la excitación sexual, además de la reducción de los niveles de testosterona. También, por resonancia magnética se comprobó que estos químicos merman la actividad en zonas cerebrales específicas vinculadas a la excitación sexual masculina.

En otro estudio, realizado en la Universidad de Florida por los psicólogos Saul Miller y Jon K. Maner, un grupo de hombres fueron expuestos a olores femeninos. En dicha investigación, algunos hombres olieron ropa previamente usada por mujeres que estaban ovulando (el período de mayor fertilidad de la mujer). En cambio otros hombres del grupo olieron ropas de mujeres que estaban en la etapa menos fértil.
Los hombres que olfatearon las ropas de mujeres en período de ovulación mostraron más altos niveles de testosterona en la amígdala cerebral, que el otro grupo.

En una tercera investigación sobre este tema realizada por los profesores de la Universidad de Berkeley, Claire Wyart y Wallace Webster, se observó que mujeres en período de ovulación expuestas a sudor masculino, mostraron mayores cambios en la frecuencia cardíaca y respiratoria, aumento de la temperatura corporal, mayores niveles de cortisol en la saliva y una mejora en el estado de ánimo (sentimientos de estar más relajada y libre de sentimientos negativos).

¿Hasta qué punto estamos influenciados por las señales del olfato? Es difícil de decir, a medida que aprendimos a seguir pautas culturales que nos enseñaron que los olores corporales eran ofensivos, y así adoptar rituales diarios de baños, aplicación de desodorantes y otros productos químicos, prácticamente hemos borrado estos olores naturales. A pesar de ello, estas investigaciones nos pueden dar alguna aproximación de cómo el cerebro procesa dichos estímulos olfativos.


Referencias:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/21212322
http://pss.sagepub.com/content/21/2/276.abstract