La variabilidad masculina


Sin dudas que existe un gran número de estadísticas sobre similitudes y diferencias entre ambos sexos ¿Qué tan diferentes son hombres y mujeres en sus emociones? ¿En qué difieren o se asemejan en sus comportamientos? ¿Y en cuestiones de salud?
Estadísticamente hablando, existe un gran número de información sobre evaluaciones en cualquier ámbito entre hombres y mujeres.


variabilidad masculina

Dicho esto, otro importante concepto estadístico: la variabilidad, recibe menos atención a la hora de entender las diferencias entre ambos sexos. De hecho, las diferencias entre variables en muchos contextos conductuales y físicos, termina siendo la regla.

Existe gran cantidad de estudios que sugieren que, mientras hombres y mujeres pueden ser más o menos diferentes en términos estadísticos en algunos temas, como ser: rasgos de personalidad, causas de muerte, éxito económico o inteligencia emocional. Hay un punto donde ambos sexos difieren sistemáticamente: la variabilidad estadística, que debido a algunas razones, los varones exhiben una mayor diferencia en su comportamiento.


Para entender el concepto considere el siguiente ejemplo: las mujeres tienen más altos niveles de inteligencia emocional que los hombres, en cambio, los hombres muestran un mayor rango de puntuaciones en este tema, por tanto, los varones muestran una mayor variabilidad que las mujeres.

Esta idea está en sintonía con un concepto biológico ampliamente aceptado: el principio de Bateman, que es la apreciación de que en muchas especies, los machos muestran mayores niveles de diferenciación en el éxito reproductivo que las hembras.

En 1948, el genetista inglés Angus John Bateman observó las diferencias de fertilidad en las moscas de la fruta según el sexo. Resulta que los machos fluctuaron mucho más en el número de compañeras y en la descendencia que dejaron, a diferencia de las hembras que eran mucho más estables.

Una amplia investigación muestra que, al igual que las moscas de la fruta, los machos humanos también muestran una gran variabilidad en el éxito reproductivo. Por ejemplo, muchos hombres dejan un gran número de descendendientes, y en el otro extremo, muchos hombres que no dejan ninguna descendencia. En cambio, las mujeres tienden a estar más cerca de una media en cuanto a su descendencia, es decir, no muestran demasiada variabilidad.


Reproducción y riesgos

Está claro que los machos de especies como la humana, pueden engendrar un mayor número de hijos que las hembras. Sin embargo, el punto central es la inversión que deben hacer unos y otros. En la reproducción humana la responsabilidad mayor corresponde a la mujer. Este hecho conduce a que ellas sean más propensas a adoptar estrategias de apareamiento de largo plazo y ser relativamente más exigentes en la selección de parejas. El hombre, en cambio, puede elegir estrategias de apareamiento de corto o largo plazo, ya que su potencial de inversión no es tan grande.

Por otra parte, si dejamos el tema reproductivo de lado, los niveles de variabilidad se siguen manteniendo en muchos otros ámbitos ¿Por qué? La razón fundamental es la toma de riesgos. El hombre tiene una alta propensión a asumir riesgos, esto se debe a que los varones obtienen mayor estatus social y económico adoptando este tipo de comportamientos. Además, la toma de riesgos conjuntamente con ciertas conductas agresivas, sobre todo en los primeros años de la adultez, se relaciona con la implantación de niveles jerárquicos entre varones competidores.

Sin embargo, en las últimas décadas y a medida que las mujeres comenzaron a competir con los hombres en algunos ámbitos, por ejemplo en puestos de trabajo, su tendencia a la toma de riesgos ha aumentado. Es notorio, sobre todo en algunas mujeres jóvenes, que están adoptando comportamientos muy similares al sexo masculino (drogas, alcohol, manejo temerario, práctica de deportes extremos, etc.).
Es posible que en un futuro también veamos una mayor variabilidad femenina, al menos en algunos temas.



Las antiguas y nuevas extensiones de nuestro cuerpo


Hace un tiempo leí un interesante artículo de un neurólogo estadounidense, en él, el profesional contaba como reaccionaban los pacientes con epilepsia al informarles que ya no podrían conducir más un coche, debido a que habían sufrido una convulsión. Algunos se enojaban, otros solo se mostraban resignados, pero la mayoría de ellos quedaban con un cierto estado depresivo, producto de la pérdida de independencia.


Las antiguas y nuevas extensiones de nuestro cuerpo

En el mismo artículo, también se describía la diferencia de esos individuos privados de conducir, con algunas personas con lesiones en la médula espinal, que perdían la movilidad de sus piernas. Curiosamente, mientras los parapléjicos quedan consternados en un primer momento, a menudo salen rápidamente adelante. Ellos aprenden a usar su silla de ruedas, incluso algunos consiguen coches especialmente equipados, y así siguen adelante con sus vidas. En cambio, a muchos pacientes que se les prohíbe súbitamente el uso de un objeto que utilizan frecuentemente, este paso les cuesta más, a menudo parecen atascados.
¿Por qué entonces, individuos que poseen el uso de sus piernas les cuesta más salir adelante que a personas que no pueden caminar?


El cerebro y su relacionamiento con la tecnología

Esta diferencia habla de nuestra neurobiología y de cómo nos relacionamos con la tecnología. El cerebro de los primates, es decir el del ser humano y el de los monos, nuestros primos evolutivos, está adaptado para incorporar el uso de herramientas, pero no sólo para el mero manejo del utensilio, sino que, literalmente para sentirlo como una parte de nosotros mismos. Dicho de otra manera, nuestros cerebros están diseñados para percibir una herramienta como parte de nuestro cuerpo.

Hace unos años, en el Instituto de Ciencia Cerebral ‘Riken’ en Japón, se realizaron algunos experimentos interesantes al respecto. Los investigadores entrenaron a un grupo de monos para valerse de un rastrillo y así poder acercar un bocado de comida colocado fuera de la jaula, todo esto mientras se observaba la actividad cerebral de los animales con resonancia magnética.
Los científicos japoneses observaron que una vez capacitados en la utilización del rastrillo y al mismo momento de tomar la herramienta con las manos, en el cerebro de los monos se activaba el sistema somatosensorial, cosa que no ocurría antes de haber aprendido a utilizar el rastrillo.
Por tanto y de una forma muy real, para el cerebro de los monos el rastrillo se convirtió en una parte de su cuerpo.


En el sistema somatosensorial se encuentran los centros de recepción y proceso del tacto y se ubica en el lóbulo parietal del cerebro.

¿Qué tiene que ver esto con las personas privadas de conducir coches? En los seres humanos, también en los monos, las herramientas que utilizamos frecuentemente se convierten, literalmente, en una parte de lo que somos. Una de las herramientas más importantes de la sociedad moderna es el automóvil. Son las piernas de las sociedades actuales. De hecho es más que eso, ya que además de la movilidad, también asociamos al automóvil con nuestro estilo de vida, nivel económico y personalidad. Por tanto, cuando una persona pierde repentinamente la capacidad de utilizar el coche, está perdiendo una parte de su cuerpo extendido y más aún.

Y que no se entienda esto como algo materialista, el punto, más bien, es mostrar el límite de lo que llamamos cuerpo, que de acuerdo con la fisiología del cerebro, es más difuso de lo que creemos.
¿Cuántas personas hoy en día se sienten desconcertadas sin sus teléfonos celulares? Esto ocurre porque existe una plasticidad innata en nuestra corteza cerebral para asumir nuevas funcionalidades e incorporar estos elementos al modelo cognitivo del "yo". Es esta misma flexibilidad cognitiva lo que permitió a nuestros antepasados desarrollar herramientas para prosperar y asegurar su supervivencia.

En la actualidad, con el avance de la tecnología, nuevas "extensiones corporales" han surgido. La duda es ¿Qué tan flexibles son nuestros cerebros para seguir incorporando tal cantidad y tan novedosos tipos de herramientas?
Sin dudas que en un futuro, con el advenimiento de nuevas y originales interfaces hombre-máquina, el ser humano podrá observar el surgimiento de nuevas y más impresionantes capacidades, como así también, la aparición de inéditas discapacidades.



Usted presta más atención a secuencias previsibles


Cuando miramos a nuestro alrededor, una gran variedad de cosas pueden llamar nuestra atención. Un destello de luz brillante de la ventana de algún edificio, puede hacer que usted mire en esa dirección.


Usted presta más atención a secuencias previsibles

De igual forma, la bocina de un auto o un objeto que comienza a moverse también pueden captar nuestra atención. Una cara familiar en medio de una multitud seguramente llevará a centrarnos en ella.

Tiene sentido que prestemos más atención a este tipo de información aleatoria, los sonidos fuertes y las luces brillantes pueden ser señal de peligro. Sin embargo, es más probable que, entre una multitud, usted quiera interactuar con una persona conocida que con una desconocida, es por esto que en medio de una muchedumbre su atención siempre se dirija hacia rostros que le son familiares.


Secuencias previsibles vs secuencias aleatorias

Una investigación realizada en el año 2013 por dos profesores de la Universidad de Princeton, Nicholas Turk Browne y Naseem Al Aidroos, examinaron como las secuencias previsibles y las aleatorias afectan nuestra atención. La idea es que cuando algo de nuestro entorno es predecible, incluso en medio de sucesos aleatorios, es posible que deseemos prestar atención a lo predecible. De la misma forma en que prestamos atención a una cara familiar en una multitud.

El estudio consistió en que un grupo de voluntarios debía observar una pantalla de ordenador que estaba dividida en cuatro partes. En cada una de esas partes aparecían secuencias de distintos símbolos, figuras, imágenes y letras.
Lo que los participantes no sabían es que en tres de esas pantallas, la aparición de los elementos se producía de forma aleatoria, sin un orden establecido. Pero en la cuarta pantalla, la secuencia si tenía un orden, es decir, había previsibilidad.

Ahora, ¿Cómo podían saber los investigadores a cuál pantalla le prestaban más atención los participantes? Muy fácil, cada vez que aparecía una letra, los voluntarios debían presionarla en el teclado.

El resultado marcó que, pasados unos minutos del inicio de la prueba, las personas comenzaron a responder más rápidamente cuando la letra aparecía en la secuencia predecible. Este hecho sugiere que los participantes, inconscientemente, fueron volcando su atención a la pantalla predecible en detrimento de las aleatorias.


Otra investigación posterior realizada con puntos de colores, mostró el mismo resultado, los participantes volcaban instintivamente su atención hacia la secuencia predecible.

¿Por qué ocurre esto?

Con el fin de obtener información que le sea útil, el ser humano está constantemente tomando decisiones sobre dónde enfocar su atención. De este modo, es probable que la información que tenga una cierta estructura, sea más importante que la aleatoria. Cuando las cosas parecen ser al azar, es de esperar que los hechos que suceden no estén relacionados entre sí. De esta forma, desviamos la atención de las secuencias aleatorias, ya que es probable que no ocurran de nuevo.
En cambio una acción posible de pronosticar, puede estar reflejando algo acerca de la forma que funciona nuestro entorno, por tanto, le prestamos más atención.

Lo fascinante de este mecanismo es que todo funciona inconscientemente. La mayoría de las veces, las personas no percibimos cuando cambiamos y enfocamos la atención. Todos estos eventos simplemente ocurren como resultado de la forma en que funciona el sistema atencional del cerebro.


Referencia: http://pss.sagepub.com/content/24/5/667.abstract



El descubrimiento del cerebro adolescente


Es evidente que la forma en que el ser humano piensa de sí mismo ha variado mucho con el tiempo. Por ejemplo, en la época del Renacimiento muchos pintores representaban a bebés como adultos en miniatura. Y de hecho, aún hasta nuestros días, en muchas sociedades se exige a los niños cumplir roles de adultos.


El descubrimiento del cerebro adolescente

Alrededor de 1680 el filósofo y médico John Locke, considerado uno de los más brillantes pensadores de su tiempo, escribía en sus crónicas que los niños nacían con una mente en blanco y que ésta sólo era moldeada por sus experiencias.

El concepto actual de infancia es una idea relativamente nueva. Fue recién durante la Revolución Industrial cuando se comienza a producir un cambio radical en la niñez. Los niños, que hasta ese momento habían sido aprendices de sus padres y madres en las granjas, se trasladaron a las ciudades y se convirtieron en empleados en las fábricas. Enormes factorías donde se cumplían largas jornadas laborales en pésimas condiciones de trabajo.
Esta situación dio lugar, finalmente, a la idea de que los niños debían ser protegidos mediante leyes de trabajo infantil. Aún así, la idea de que la infancia es una época de inocencia llegó mucho más tarde. Fue el psicólogo estadounidense Stanley Hall, en 1904, el primero en escribir sobre el estrés propio de la infancia y adolescencia.
Es decir, el nacimiento de la infancia y la adolescencia como fenómenos sociales, se produce recién a principios del siglo XX.

Ya en la época de Aristóteles se había observado que los adolescentes tenían comportamientos específicos, por ejemplo, que eran más proclives a conductas impulsivas. Pero sólo hace algunos años, la tecnología ha permitido comprobarlo mediante imágenes cerebrales. Esto nos ha dado la posibilidad de saber definitivamente que un cerebro joven es una entidad única que se caracteriza por su mutabilidad, especialmente en la capacidad de crear nuevas redes neuronales. O sea, el cerebro de un niño o un adolescente no es un cerebro incompleto de un adulto, sino que es algo diferente y único.


El advenimiento de los equipos de resonancia magnética ha revolucionado la investigación neuropsicológica en los últimos 20 años. Anteriormente a esta tecnología, la investigación era básicamente observacional y experimental. La resonancia magnética ha permitido imágenes detalladas del cerebro, lo que ha ampliado la forma de entendernos a nosotros mismos.

Por ejemplo, gracias al escaneo cerebral de niños y adolescentes, ahora se sabe que durante la infancia se va generando un desajuste entre el crecimiento del sistema límbico del cerebro, que es el centro de las emociones y la corteza prefrontal, que controla la lógica y el razonamiento. Esto quiere decir que la parte emocional del cerebro se desarrolla más rápido que la parte lógica. Dicho desajuste tiene su apogeo al final de la adolescencia, lo que explica el comportamiento impulsivo tan típico en esa etapa de la vida.

La cantidad de recientes investigaciones basadas en imágenes cerebrales son fascinantes. Sin dudas que contribuyen a la comprensión del ser humano en las distintas etapas de la vida desde una perspectiva nueva. Pero, ¿podrá la ciencia seguir avanzando en el conocimiento del cerebro adolescente a tal punto de que se pueda, por ejemplo, impedir que los jóvenes tengan tantos accidentes de tráfico? ¿O frenar el hábito por las drogas?
Este tipo de interrogantes, quizás, sean algunos de los retos de la neurociencia en los próximos años.



Flexibilidad y memoria: nuestra olvidada primera infancia


Hasta hace unos treinta años, se creía que los seres humanos no recordamos nada de los primeros años de vida, debido a que el cerebro de un bebé no era capaz formar recuerdos duraderos de eventos específicos.


flexibilidad memoria primera infancia

Pero en los años 80, un grupo de profesores de la Universidad de Emory comenzó una investigación sobre los recuerdos en bebés de tan sólo nueve meses. Y descubrieron que los niños pequeños si tienen recuerdos muy sólidos y duraderos sobre acontecimientos específicos.

Pero como sabemos, a medida que los niños crecen, de alguna manera estos recuerdos van desapareciendo. Una de las pruebas de la investigación consistió en seleccionar niños que, aproximadamente a los 3 años de edad, habían ido a algún lugar de vacaciones con sus padres. Apenas cumplidos los 7 años, estos niños todavía podían recordar el 60% de los eventos de dicho viaje. Pero tan solo un año después, esa cifra descendía al 38%. Al parecer, durante el transcurso del séptimo año de vida existe un quiebre en los recuerdos de la primera infancia.

La razón de que esta "amnesia infantil" ocurre alrededor de esa edad, se debe a que el cerebro realiza una especie de "poda" en la que se deshace de las conexiones ineficaces.
Este proceso cambia la estructura neural mediante la reducción del número de conexiones cerebrales (o sinapsis). Esto da la posibilidad a nuevas configuraciones sinápticas más eficientes. Dicho proceso se rige principalmente por factores ambientales, en particular el aprendizaje.

En este proceso las neuronas no mueren, simplemente se retraen los axones (conectores) de las conexiones sinápticas que no son útiles. Es posible pensar en esta transformación como una especie de selección natural neuronal.


Dicha acción es lo que reduce radicalmente en los años posteriores, los recuerdos específicos ocurridos en los primeros años de nuestra vida. Sin embargo, algunas reminiscencias pueden sobrevivir a este mecanismo. Estas tienden a ser recuerdos muy emocionales o fuertemente conectados a un trauma muy intenso.

Memoria o flexibilidad cerebral

Pero este proceso tiene un costo, si bien nuestra memoria mejora, el cerebro de un adulto es significativamente menos flexible que el cerebro de un niño. Esto quiere decir que muchas cosas que son fáciles para aprender de niño, pueden ser muy difíciles de aprender de mayores. Un claro ejemplo es el lenguaje. Si bien es posible aprender un lenguaje de adulto, es mucho más fácil hacerlo de niño.
Es notorio que, al aprender un idioma, la mayoría de los adultos permanecen con un acento que por lo general no pueden deshacerse. En cambio los niños que están expuestos a un nuevo lenguaje por un largo período de tiempo, normalmente aprenden a hablarlo sin acento.

Obviamente que hay excepciones a la limitada plasticidad del cerebro adulto. Exponerse a nuevas experiencias ayuda a crear nuevas neuronas y a generar nuevas conexiones cerebrales en el hipocampo (centro de la memoria del cerebro). Cuantas más experiencias y más complejas sean estas experiencias, mejores serán las nuevas neuronas que se integren a la red ya existente.

Hay un principio que se aplica al cerebro adulto: usarlo o perderlo. Esto se debe a que, escasas experiencias o vivencias demasiado simples disminuyen las conexiones en el hipocampo. Es decir, hay que pagar un precio por no crear nuevas conexiones.
Y esto no afecta solo a la memoria, el hipocampo además es crucial en la regulación de las emociones y el humor. De esta forma, las consecuencias para las personas mayores que no hagan "trabajar" al cerebro, también podría ser un factor influyente en la aparición de trastornos del estado de ánimo, tales como la ansiedad y la depresión.



Talento artístico y depresión


Mozart, Hemingway, William James, Ingmar Bergman, Virginia Wolf, Agatha Christie, Edgar Allan Poe y Leonard Cohen, tenían algo en común. Además de ser reconocidos artistas, escritores o científicos, todos sufrían depresión severa.


Talento artístico y depresión

Distintos estudios científicos han relacionado a la depresión con un hipocampo más pequeño. El hipocampo es una región del cerebro importante para el aprendizaje y la memoria. A su vez, otras investigaciones han encontrado una correlación entre la depresión y una disminución de la actividad en áreas del cerebro asociadas con el tiempo de reacción, las recompensas y la excitabilidad.
También, un historial de depresión clínica se relaciona significativamente con una mayor acumulación en el hipocampo de placas de proteína causantes de la enfermedad de Alzheimer.

A pesar de estos efectos adversos, pareciera que algunas personas no pueden participar en actividades artísticas sin pasar antes por episodios de depresión.
En su libro "Van Gogh Blues" el psiquiatra Eric Maisel proclama que prácticamente el cien por ciento de los individuos creativos sufren ataques de depresión. Las razones son variadas, por un lado para muchos artistas su trabajo es como una terapia para la depresión. Al mismo tiempo, la depresión misma proporciona un material valioso para las creaciones artísticas (la pintura "El Grito" de Edvard Munch es un claro ejemplo). También se argumenta que no hay nada más cierto para expresar la condición humana, que haber experimentado en carne propia los niveles más bajos de la sensibilidad emocional.
Por último, existe una cuarta hipótesis y es que debido al uso intenso por parte de artistas, músicos, etc. de ciertas áreas creativas específicas del cerebro, pueden ser más propensos a la depresión debido a como procesa el cerebro el uso excesivo de dichas áreas.

La respuesta puede estar en una combinación de estos cuatro factores. Lo cierto es que las personas con depresión tienen algunas dificultades para procesar las emociones, estos problemas se deben a la hiperactividad de la corteza prefrontal ventromedial (CPV), una región del cerebro que regula los comportamientos emocionales generados a partir de las áreas del cerebro que procesan el miedo.
Curiosamente la CPV también presenta inconvenientes en personas con tendencias psicópatas, pero en estos casos, no se debe a una mayor actividad, sino todo lo contrario, es decir, a una significativa merma de esta área.

¿Son las personas con depresión artísticamente más capaces que las personas que no padecen depresión? Seguramente no, pero debido a las dificultades en el procesamiento de los conflictos anímicos que les afectan, para muchas personas depresivas la expresión artística es una de las pocas formas que tienen para lidiar con estas emociones.

La era de las adicciones


A los 42 años, el sueco Roger Tullgren tenía un serio problema: no podía parar de escuchar heavy metal. Simplemente no era capaz de funcionar sin escuchar música heavy, y como resultado de esto, no duraba en ningún trabajo. A tal punto, que los psicólogos llegaron a la conclusión de que padecía una discapacidad, y fue declarado adicto al heavy metal. Desde entonces, el estado sueco paga a Tullgren una pensión por su adicción.


La era de las adicciones

Así es como las adicciones son vistas hoy: ya no son un peligro asociado solamente al alcohol y las drogas. Ahora existen desde adictos al azúcar hasta adictos a internet, pasando por los adictos a los juegos de azar, a las compras, al sexo y la lista sigue.

Esta abundancia de adicciones representa un cambio cultural en la manera de explicar un comportamiento inaceptable. Tradicionalmente, una conducta social desviada era vista como una cuestión moral. La gente caía en estos comportamientos porque carecían de fuerza de voluntad o carácter. Para el adicto, la responsabilidad se encontraba dentro de si, es decir, el camino para vencer la adicción estaba en la toma de decisiones correctas y de llevarlas a cabo a través de su esfuerzo.
Sin embargo, en las últimas décadas, la tendencia ha sido la de enmarcar las adicciones no ya como cuestiones morales, sino como patologías. Por tanto, la adicción ahora debe ser tratada externamente, más allá del poder del individuo para hacerle frente por sí solo.


Un cambio de interpretación

Este cambio en la interpretación de las adicciones recae, en parte, en la tecnología. Desde hace unos cuantos años, los avances tecnológicos han determinado que ahora se podía observar el funcionamiento del cerebro como nunca antes. Por ejemplo, identificar las regiones implicadas en las adicciones (núcleo accumens, prosencéfalo basal) y el principal neurotransmisor (dopamina). Y a pesar de que la ciencia aún está lejos de saber como estas zonas cerebrales funcionan exactamente, su conocimiento apoya la idea de que el problema de una adicción es, fundamentalmente, la de un mecanismo que no está funcionamiento correctamente.

Por si fuera poco, este cambio de interpretación viene con algunos beneficios. Es decir, si yo soy el responsable de mi mala conducta, seguramente tendré que pagar las consecuencias. En cambio, si según los médicos mi comportamiento es el resultado de una fuerza llamada "adicción", entonces posiblemente reciba algunas ayudas: tratamiento, medicación, licencia por enfermedad o hasta como en el caso de Roger Tullgren, una pensión.

Por cierto, si los especialistas nos dicen que no podemos hacer frente a nuestros propios impulsos, quizás también sea una forma de pasar de culpable a víctima.
Tal fue el caso de Christopher Chaney, a quien la policía detuvo en 2012 por haber hackeado los correos electrónicos y teléfonos de algunas celebridades en Estados Unidos y posteriormente publicar datos íntimos en internet, incluyendo fotografías de la actriz Scarlett Johansson desnuda. Durante la comparecencia, los abogados de Chaney adujeron que su hábito comenzó como una curiosidad y que rápidamente se transformó en una adicción y que no pudo luchar contra ella. El propio Chaney dijo ante el juez que se sintió aliviado cuando la policía entró a su casa y se llevó los ordenadores.

¿Realmente no pudo Chaney luchar contra su deseo de parar, o simplemente no quiso?
A veces, la creencia de que una adicción deja indefensas a las personas no es más que una expresión de desidia o falta de ética. Que además, puede ser una poderosa herramienta para no luchar por el control de uno mismo.


La visualización de una adicción como una fuerza externa implacable, hace que la persona debilite su sistema de juicio interno. Por ejemplo, Alcohólicos Anónimos afirma que aun consumiendo una sola bebida alcohólica conducirá inevitablemente a una recaída. De esa forma, este principio crea para el alcohólico una "línea roja" que no se debe cruzar, casi como una cuestión de vida o muerte.

De cualquier modo, sea o no posible que un individuo pueda hacerse adicto al heavy metal o a internet, es menos importante que las razones por las cuales esas personas padecen (o creen padecer) dicha adicción. Y en una época en la que estamos abrumados como nunca antes por un torbellino de tentaciones, no es de extrañar que nos aferremos tanto a la idea de la adicción.