Unirse a una multitud: consecuencias psicológicas e incidencia en la salud


Durante los Juegos Olímpicos de Invierno de Salt Lake City (2002) se registró un brote de enfermedades respiratorias. En el mega recital de Glastonbury (Reino Unido) de 1997 varias personas se vieron afectadas por E.coli. La peregrinación a la virgen de Lourdes de 2008 se vio sacudida por un brote de gastroenteritis.


multitud

Se podrían evocar más ejemplos de brotes de enfermedades transmisibles en grandes concentraciones de gente. Es por ello que existen científicos que trabajan en este tema: estudiar los agentes infecciosos que aparecen en grandes aglomeraciones de personas. El objetivo de este campo relativamente nuevo es abordar los problemas de salud específicos asociados con los eventos de masas, pero este tema solo puede abordarse comprendiendo la transformación psicológica que sufren las personas cuando se unen a una multitud.

Según cuentan dos expertos que hicieron una investigación sobre el tema, Nick Hopkins de la Universidad de Dundee y Stephen Reicher de la Universidad de St Andrews, unirse a una multitud cambia el comportamiento de una persona y dicho cambio puede tener un impacto positivo o negativo en la salud del individuo y de quienes le rodean. Los profesionales argumentan que es necesario comprender la naturaleza de estos cambios, como también las razones por las que suceden.


Este argumento no se aplica a todas las multitudes. Por ejemplo, una muchedumbre en la estación de metro es una aglomeración casual y momentánea. Donde sí se aplica es en la llamada "muchedumbre psicológica", es decir, personas que se reúnen con un propósito específico, como escuchar música o en un ritual religioso, y que al hacerlo, renuncian a su identidad individual adoptando la identidad del grupo junto con sus normas y valores.

La investigación

Uno de los casos estudiados por los autores fue una de las aglomeraciones humanas más grandes de la tierra, el Kumbh Mela, donde millones de hindúes se reúnen para bañarse en el río Ganges. Los investigadores encontraron en algunos peregrinos una clara mejora en el sentido del bienestar, incluso similar a algunos antidepresivos potentes. Aquellos que asistieron a este evento también describieron sentimientos de intenso placer al estar rodeados de otros que compartían sus metas y perspectivas.

Dicha identidad compartida también puede explicar la "resiliencia colectiva" que se ha observado a raíz de desastres naturales, cuando los sobrevivientes buscan ayudarse unos a otros porque se han redefinido como sobrevivientes de ese desastre.

Pero los mismos sentimientos de unión que inspiran la resiliencia colectiva también pueden tener consecuencias negativas, por ejemplo, exponer a las personas a situaciones que normalmente evitarían y que representan un riesgo real para su salud. Existen muchos casos de resiliencia colectiva con resultados negativos, cuando no catastróficos. Por ejemplo, durante la llamada "gripe española" (1918-1920) en algunas ciudades alemanas muchas mujeres jóvenes se ofrecían voluntariamente para cuidar a las personas enfermas. En ese contexto, tal comportamiento seguramente estimuló la propagación de la enfermedad.

Normalmente, la preocupación nos disuadiría de acercarnos a un extraño tosiendo, pero una sensación de identidad compartida puede debilitar este mecanismo protector básico. En 2006, por ejemplo, investigadores australianos demostraron que las madres encuentran los pañales de sus propios hijos menos repugnantes que los de otros niños. Esto era cierto incluso cuando las madres no sabían qué pañales pertenecía a qué niño, lo que significa que nuestra experiencia de asco puede estar influenciada por una relación biológica básica. Hace un año, otra investigación demostró que el sentimiento de rechazo provocado por una camiseta sudorosa era más débil si la gente pensaba que pertenecía a un miembro de su grupo social, y no a alguien fuera de él. Eran más tolerantes con el objeto hediondo si creían que compartían una identidad con su dueño.

Estos ejemplos podrían ayudar a explicar por qué desde fines de los años 80 hasta nuestros días han habido no menos de 20 casos de brotes infecciosos gastrointestinales en aglomeraciones de masas, y que la mayoría de ellos fueron asociados a casos de incumplimiento de las normas de higiene.

Aprovechar estos procesos psicológicos para mejorar los resultados de salubridad en las grandes concentraciones de gente, podría comenzar con algo tan simple como una campaña de información para recordar a las personas acerca de las reglas básicas de higiene.


Referencias:
http://www.ijidonline.com/article/S1201-9712(16)30994-8/abstract
http://www.pnas.org/content/113/10/2631



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